Las excusas, también las mentiras piadosas y el silencio, cercenan la sinceridad.
La falta de sinceridad ahoga la amistad y pone en tela de juicio incluso lo que sí fue real.
La amistad, así aletargada, agoniza y mata los buenos recuerdos, aunque fueran verdaderos y ajenos a un juego. Los momentos vívidos, sencillos y cómplices, en los que cada segundo fueron una eternidad, no duelen pero así tampoco dan vida…
La voluntad podrá velar la realidad, pero nunca opacar los sentimientos.
Querer, aunque no se tenga, amar sin más… es solo cosa del corazón y no es perecedero.
Mejor que no duela y que dé alas, pero no todas las nubes valen para el mismo cielo.
Amar, siempre es amar, con el corazón abierto.
©MCS
12 de agosto de 2020