La tarde se cerca al silencio,
solo se oyen caer las luces del día sobre los cedros del jardín,
el mordisqueo de una ardilla
y la brisa cimbreando las ramas del abeto.
La tarde ya no quema,
ya no hay fuego en la terraza,
mi piel desnuda corresponde al abrazo del sol
y mi perro sestea imperturbable.
Sí, ¡ha llegado el otoño!
©MCS
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25 de septiembre de 2020